La Revelación

Me imagino estar en la presencia de Cristo

y me dejo invadir por esa presencia en silencio,

porque esa presencia cura…da vida… alienta y anima…

 

Le pido ahora que me dé una lista lo más completa posible

de todos los defectos que encuentra en mí:

cualquier señal de egoísmo… cualquier cosa en la que yo necesite cambiar..

 

Y mientras Él me habla, tomo nota mentalmente de lo que dice,

e incluso lo pongo por escrito si pienso que ello me va a ayudar.

Luego le pregunto cuál de esos defectos, en su opinión, exige una atención más urgente.

 

Miro hacia dentro de mí para ver si estoy decidida a mejorar ese defecto más grave….

Y si no lo estoy, entonces considero que me falta la voluntad para cambiar.

 

Luego, reviso lo que es más fundamental para el cambio:

Antes de dar un solo paso, es necesario que escuche cómo Cristo me dirige estas palabras:

«Por lo que se refiere a mi amor por ti, no importa que cambies o dejes de cambiar;

pues mi amor por ti es incondicional»…

 

Compruebo ahora cómo me inunda el amor de Cristo…

e imagino sentirme fuerte allí donde antes sentía miedo…

tranquila, allí donde antes estaba angustiada…

con fuerza, allí donde me sentía muy débil…

 

Guardo silencio y le doy muchas gracias a Dios por ese amor sin condiciones,

y le pido, de todo corazón, que me ayude a cambiar

todo lo que necesito para poder vivir y poder ayudar a los demás para que vivan…!

 

Dejar un comentario