La Vocación no es
Escuchamos con frecuencia hablar de la palabra vocación. Y sería interesante que hoy te detuvieras a ver qué no es la vocación… así, podrás seguir avanzando en el camino de tu discernimiento vocacional.
La vocación no es:
- Un sentimiento: se suele decir que «siento la vocación». En realidad la vocación no se siente. Es, más bien, una certeza interior que nace de la gracia de Dios que toca mi alma y pide una respuesta libre. Si Dios te llama, la certeza irá creciendo en la medida de que tu respuesta vaya siendo más generosa.
- Un destino irrevocable (ineludible): La vocación es un misterio de amor y el amor es siempre libre. Si yo no respondo con generosidad, el llamado de Dios queda sin la respuesta que Él esperaba, pero definitivamente que Dios sigue fiel en su amor incondicional a la persona. Por esa razón, la respuesta a la llamada de Dios, no es una respuesta desde el miedo, sino desde el amor agradecido de quien se sabe amado de manera incondicional.
- Un refugio para el que tiene miedo a la vida.
- Una carrera como cualquier otra, una profesión que te prepara para un trabajo de 8 horas de tu día.
- Una seguridad matemática: en toda vida vivida como vocación tienes que aceptar el riesgo del amor, el riesgo de empeñar la vida y comprometerla con todas sus consecuencias.
- Vida sacerdotal o religiosa… Somos seres vocacionados, por tanto, llamados a vivir nuesta vida, sea en el matrimonio, en la soltería, en la vida sacerdotal o religiosa… según el modo de Jesús de Nazareth.
La vocación es
- Un diálogo confiado entre quien llama (Dios) y quien es llamado (la persona). Un diálogo permanente hecho de preguntas y respuestas, de amor compartido y madurado… un diálogo que dura toda la vida.
- Un misterio de amor entre un Dios que llama por amor y una persona que le responde libremente y por amor, desde la gratitud de quien se sorprende ante tanto bien recibido.
- Una certeza interior que te acompaña muy dentro y te dice: esta es la vida que Dios desea para mí y esta es la vida que yo deseo también, este es mi lugar de felicidad, este es mi horizonte.
- Un llamado personal que orienta y da sentido a nuestra vida, más allá de nosotros mismos y de nuestras pequeñas miradas.
- Una pasión que nos anima, que nos enciende desde dentro, que nos hace capaces de salir del propio amor, querer e interés, para ser cada vez más hombres y mujeres según el modo de Jesús y de su Corazón.