Atrévanse a ser felices
“Queridos jóvenes, todas las personas de todos los tiempos y de cualquier edad buscan la felicidad —afirma el santo Padre—. Dios ha puesto en el corazón del hombre y de la mujer un profundo anhelo de felicidad, de plenitud. ¿No notáis que vuestros corazones están inquietos y en continua búsqueda de un bien que pueda saciar su sed de infinito?”.
Para encontrar a Dios
Las palabras de Jesús –“…porque verán a Dios”– resuenan con fuerza en el mensaje de Francisco, que recuerda a chicos y chicas la invitación del Señor a cada uno de ellos para que se reencuentre con Él. “No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él”, subraya el Papa, en un extracto de su exhortación apostólica Evangelii gaudium, y aconseja a sus destinatarios dar el pequeño paso de acudir al Sacramento de la Reconciliación, como oportunidad para que la misericordia de Dios purifique los corazones.
Otros medios de encuentro personal con Dios que les sugiere son tratar de descubrirlo mediante la solidaridad con los hermanos más sufrientes: los que padecen pobreza material, hambre, cárcel, destierro… además de cultivar el hábito de la lectura de la Palabra –“un pasaje del Evangelio cada día, para comenzar”– y el de la oración.
Sobre este último, les anima a rezar con sencillez, como se habla con un amigo —en este caso “el amigo de más confianza”—, y a experimentar la misma satisfacción que un humilde campesino confesaba al santo cura de Ars acerca del rato que pasaba ante el Sagrario, sin hilar elocuentes expresiones, sino únicamente con una actitud: “Yo le miro y Él me mira”.
Vocaciones: interrogarse “con corazón limpio”
Por otra parte, el Santo Padre aborda el tema de la vocación. A quienes desean formar familia, les advierte sobre cierta extendida tendencia a pensar que el matrimonio y la familia son realidades ya “superadas”. “No es verdad —expresa—. Precisamente por eso, toda la Comunidad eclesial está viviendo un período especial de reflexión sobre la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”.
En cuanto a los que sienten la llamada a dedicarse a Dios, en el sacerdocio o de otra forma, les convida a interrogarse sobre ello “con corazón limpio”, y a no tener miedo a la voluntad de Dios..