Sal de tu tierra y de tu patria

 ¡SAL DE TU TIERRA Y DE TU PATRIA!

Génesis 12,1– 2,4

Texto

“Sal de tu tierra y de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré…  Marchó pues Abraham como se lo había dicho Dios”.

 

Camino de Interiorización

Cuando Dios llama, hay siempre implícita una partida.  ¿Hacia dónde? Hay que fiarse de Él y dejar que nos muestre el camino.  ¡Cuánto cuestan las partidas! ¡Cuánto cuesta dejar los senderos conocidos, donde nos sentimos seguros!

¡Estábamos tan cómodamente instalados! Nada nos faltaba y Dios viene a desinstalarnos, a desarraigarnos…  Nos da inseguridad, pero es una llamada que trae consigo una partida, una movilización, un ponerse en camino.  Desde dónde y por dónde y adónde… el Señor sabrá y nos lo irá indicando.

Sólo nos pide el coraje de la fe y el abandono.

¡Cuánto has de dejar atrás para poder ser bendición!  Es necesario hacer una elección que encamine nuestra vida por un horizonte nuevo. Dios quiere que le consideremos a Él como la única riqueza, como el más preciado tesoro, como el único que nos hace verdaderamente felices.

Hará de nosotros una gran nación como prometió a Abraham.  En aquél tiempo, la gran bendición era la posibilidad de tener descendencia, de tener hijos. Y si no hay hijos, ¿puede haber bendición?… y Abraham se fía sin preguntar.  Dios sabe, Dios proveerá, se dice a sí mismo… y dejando la casa de su padre, lo suyo, la seguridad…  parte hacia lo nuevo, hacia lo desconocido.

Decir SÍ a Dios es emprender el  camino poniendo los ojos en Él, fiándonos de la promesa, de su fidelidad, pero aceptando la parte de oscuridad que nos toca.  Teniéndole a Él delante, habrá lucha, pero la batalla está ganada.  Necesitamos la fe.

A veces, antes de contestar SÍ a Dios en el momento de la opción de vida y en las pequeñas opciones de cada día, tenemos la tentación de posponer la decisión hasta tenerlo todo claro.  Es natural y bueno que no me lance si no hay un serio discernimiento previo, mucha oración, confrontación con el acompañante, etc…, pero no es menos cierto que si espero a tenerlo todo claro nunca me decidiré porque “claro-claro” nunca lo tendré.  Siempre va a existir una duda razonable con la que tendré que convivir.

“Marchó pues Abraham”…   Fue, partió, seguramente con el corazón roto por la pena, pero confiado en el Dios de la Promesa y de la fidelidad.  ¿Quién era él para dudar de Dios?

Para tu reflexión personal

  1. En tu vida ¿has experimentado partidas, separaciones, rupturas, cambios de ruta? ¿Cómo las has vivido? ¿Qué supone el dejar cosas, ambientes, lugares, personas? ¿Cómo superar la tentación de volver la vista atrás?
  2. Nuestra vida está frecuentemente anclada en hábitos, costumbres y rutinas.  ¿Cuáles son tus hábitos y certezas de hoy sin los que te parece que no puedes vivir?
  3. Dios llama a caminar hacia lo desconocido. ¿Hacia dónde crees que te conduce Dios? ¿Tienes alguna idea, alguna intuición?
  4. Instalar significa: “poner a alguien o algo en un sitio para que esté en él por tiempo indefinido o prolongado”·.  ¿Cómo explicarías, desde tu experiencia, lo que es la instalación? ¿Se relaciona con la comodidad?
  5. ¿Qué supone para ti la desinstalación?

 

Para tu oración personal

Me dice Dios:

Sal de tu agujero, sal de tu rincón,

deja el nido caliente y lánzate a volar, camina.

Y yo me resisto.

Me cautiva la comodidad de la instalación,

me da miedo dejar seguridades. 

Huyo del riesgo y de la aventura.

Me gustan los caminos transitados,

las sendas marcadas;

miedo me da el camino desconocido,

la ruto no señalada en el mapa.

Me gustan los versos “caminante no hay camino,

se hace camino al andar”,

los versos sí me gustan… 

pero ¡quién no siente la tentación

de los caminos marcados previamente!

A todos nos gusta saber a donde vamos,

eso de dejar seguridades e instalaciones,

resulta incómodo,

esto de partir hacia lo desconocido…. 

Conlleva riesgos, no va conmigo.

¿O sí va conmigo?

Escucho a Dios: sal de tu tierra…

Y Abraham, levantó la tienda,

tomó su mochila y partió,

se puso en camino sin volver la vista atrás. 

¿Y yo?

 

Ora también con los salmos

Salmo 44

“Nos lo contaron nuestros padres: cómo Tú les acompañaste en el camino.

Tú eres el Dios de la  Promesa  y  la  Fidelidad”.

 

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